martes, 24 de diciembre de 2019
lunes, 23 de diciembre de 2019
LA RSC Y LAS REFINERÍAS DEL FUTURO
Emprender hoy en día un trabajo
de investigación serio en Desarrollo Sostenible “demanda reconocer los
profundos cambios en el pensamiento contemporáneo: la situación
interparadigmática en que se encuentra la ciencia (modernidad y postmodernidad)
y la transición epistemológica (racionalidad formal deductiva a un nuevo
saber)” (Bravo & Marín, 2008).
Por tanto, es imperativo
considerar que la preocupación por el comportamiento ético de las empresas y
organizaciones, así como la consideración de los impactos sociales y
ambiéntales que derivan de sus actividades, va más allá de los intereses
económicos de las mismas (Ayuso & Mutis, 2010).
"Ni la sociedad, ni el hombre,
ni ninguna otra cosa deben sobrepasar, para ser buenos, los límites
establecidos por la naturaleza". Hipócrates
En este entendido, podemos
señalar que existe bastante evidencia empírica de modelos de crecimiento
económico basados en la “explotación de los recursos naturales y acumulación
del capital”, entre los que se destacan los expuestos por (Harrod, 1939) y (Domar,
1946).
En los años 70, poco antes de la
primera crisis del petróleo y la presión de movimientos ecologistas, se publicó
el “Primer Informe del Club de Roma” sobre los límites al crecimiento (“The
Limits to Growth”), cuyas conclusiones fueron las siguientes:
“Si la industrialización, la
contaminación ambiental, la producción de alimentos y el agotamiento de los
recursos mantienen las tendencias actuales de crecimiento de la población
mundial, este planeta alcanzará los límites de su crecimiento en el curso de
los próximos cien años. El resultado más probable sería un súbito e
incontrolable descenso, tanto de la población como de la capacidad industrial”
(Meadows, Meadows, Randers, & Behrens, 1972).
Bajo esta premisa, organizaciones
como la CEPAL y el PNUMA plantearon la concepción del “ecodesarrollo”, concepto
encaminado a situar límites al desarrollo industrial.
Posteriormente, las nuevas
corrientes de pensamiento denotan una visión de desarrollo económico ligado a
la racionalidad científica, aseverando que: “el problema ambiental es uno de
los más relevantes, en los planos epistemológico y social, pues coloca de
relieve las fallas del estilo cognitivo de la modernidad y devela que el riesgo
ecológico es un problema del conocimiento” (Bravo & Marín, 2008).
Bajo una visión modernista, la
“Perspectiva Disciplinar Positivista” de (Riechmann, 1995) define “la
sostenibilidad como el mantenimiento de la capacidad de carga del ecosistema”.
A su vez, los trabajos de (Wackernagel & Rees, 2001), introducen el término
“huella ecológica”, como: “la superficie que demanda una cierta comunidad
humana para producir los recursos que consume y absorbe los residuos
generados”.
En este entendido, podemos
concebir que, en países en vías de desarrollo, como los latinoamericanos, “la
estructura productiva tiene un importante sustento primario, los commodities
poseen gran relevancia por su impacto en su economía” (Lanteri, 2014). En
consecuencia, la exportación de los bienes primarios a los que nos referimos
representa las principales fuentes de ingresos a sus economías, tal es el caso
de Bolivia (minerales y gas natural), Brasil (productos agropecuarios,
minerales y petróleo), México (petróleo y productos agropecuarios), Venezuela
(petróleo) y Chile (minerales y pesca).
“El sector hidrocarburos en
Bolivia fue fundamental para el desempeño económico de los últimos años. En
efecto, el 50% del crecimiento de la economía se debió al proyecto de
exportación de Gas Natural al Brasil gestionado durante el período 1974–1999, y
al notable crecimiento en los precios internacionales del crudo, traduciéndose
en mayores precios de exportación del Gas Natural; por ende, mayores ingresos
para el Estado boliviano” (Medinaceli, Grebe, Fernandez, & Hurtado, 2012)
(Medinaceli, 2012).
El Estado boliviano ha mostrado
gran compromiso con la premisa de Desarrollo Sostenible vs. Ecosistema, a
través de la promulgación de la “Ley del Medio Ambiente” (Ley 1333, 1992). Sin
embargo, a la par de un contexto afín al paradigma de explotación de los recursos
sin límite, la actual “Ley de Hidrocarburos” (Ley 3058, 2005), en su artículo
11, establece: “Utilizar los hidrocarburos como factor del desarrollo nacional
e integral de forma sostenible y sustentable en todas las actividades
económicas y servicios, tanto públicos como privados”; fortaleciendo, técnica y
económicamente a YPFB , para “llevar a cabo todas las actividades de la cadena
productiva de hidrocarburos, así como la responsabilidad de la comercialización
de sus derivados”.
El objetivo de este trabajo de
investigación, en consideración de la definición primaria de la RSC por parte
del seminal Howard R. Bowen (Bowen, 1953) y de las reflexiones que derivan de
ella; permitirán construir una relación de integración de los sistemas de
gestión. En consecuencia, es posible: 1) “plantear relaciones y efectos sobre
la implementación de medidas adecuadas” (Carroll, 1979); 2) integrar
consistentemente estrategias: “cognitivas, de competencia, de diversificación,
funcionales, de crecimiento, industriales, de alta gerencia, metodológicas, de
organización, de liderazgo y de rendimiento” (Ohmae, 1982); 3) concentrar
conceptos complementarios expuestos en los trabajos de (Furrer, Thomas, &
Goussevskaia, 2008) y (Ogliastri, 2017); 4) considerar las “expectativas del performance
de las empresas e instituciones ante un escenario de decrecimiento sostenible,
de desigualdad y repercusión sobre la insostenibilidad medioambiental, así como
su incidencia sobre crisis económica” (Bono, 2012); y por último, 5) asociar la
imagen de la empresa u organización, a causas solidarias como medioambientales
o culturales, permanentes en el tiempo y que generen intangibles como
beneficios estratégicos.
ALCANCES Y LIMITACIONES
El paradigma de los sistemas
ecológicos y sociales radica fundamentalmente en el Desarrollo Sostenible.
Actualmente vivimos una crisis ambiental que repercute sustancialmente en el
planeta, lo que ha generado la necesidad de establecer límites ambientales,
sociales y económicos.
En principio el concepto de
desarrollo estuvo basado en el “paradigma mecanicista y racionalista desde una
visión de dominio sobre la naturaleza” (Miranda, Suset, Cruz, Machado, &
Campos, 2007); explotando los Recursos Naturales sin ningún límite, dejando a
un lado el cuidado del Medio Ambiente y la Responsabilidad Social. Cuando la
explotación de estos recursos fue más compleja, el desarrollo evidenció sus
primeras limitaciones. La naturaleza comenzó a poner límites a la actividad
humana, y la “Ley de los Rendimientos Decrecientes” empezó a actuar. Por tanto,
la productividad marginal del trabajo a disminuir. En este sentido, debemos
tomar en cuenta que:
“El paradigma ambiental exige
actuar sobre cualquier Esfera de Sostenibilidad, con un enfoque en el que la
naturaleza, el medio ambiente y la sociedad, se consideren como factores
estratégicos de desarrollo” (Anon, 2005) (Miranda, Suset, Cruz, Machado, &
Campos, 2007).
CAMBIOS PARADIGMATICOS
En términos energéticos a nivel
mundial, los años 50 y 60, está representado por un periodo con gran influencia
del paradigma funcionalista. El panorama económico para la década de los 80, se
caracterizó por un menor dinamismo de las economías más desarrolladas y un
reordenamiento de los mercados. A principios de los 90 los cambios tecnológicos
fueron los nuevos patrones de producción (Gonzáles, 2008).
En tanto, América Latina durante
el mismo periodo, se caracteriza por los cambios significativos que representan
las relaciones comerciales regionales, deuda externa significativa de los
países, incidencia de factores globales en toda la región y un bajo desempeño
económico y productivo.
“Los ajustes estructurales,
condicionados mayoritariamente por la reestructuración de las deudas externas,
implicaron la obligación de una mayor apertura de las economías y el abandono
del paradigma de desarrollo conocido como sustitución de importaciones. En ese
momento histórico convergió en la región un conjunto de acontecimientos que
impulsarían un cambio paradigmático de la integración y, posteriormente, de la
integración energética (o quizás un desplazamiento de ideas predominantes
dentro de un mismo paradigma)” (Gonzáles, 2008).
En consecuencia, el Desarrollo
Sostenible, es el resultado de las contradicciones que existen entre el
crecimiento económico (como mejoramiento de calidad de vida) vs. las existentes
condiciones ecológicas y sociales. Por ende, se fortalece el criterio e
importancia de los sectores industriales en el desarrollo y crecimiento
económico de los países. En nuestro caso, el sector hidrocarburos, toma mayor
importancia y peso específico por su impacto en la economía del Estado
Boliviano.
“Históricamente, el sector de hidrocarburos ha
desempeñado un papel fundamental en la economía boliviana. El valor de la
producción hidrocarburífera muestra una tendencia creciente en los 20 últimos
años, habiendo contribuido con porcentajes de entre 4 y el 6% del PIB” (Chávez,
2013).
REFINACIÓN DEL PETROLEO
La refinación de petróleo es un
elemento clave del sistema energético mundial. Es probable que la demanda de
petróleo supere los 100 millones de barriles por día (MMBPD) en 2019, y casi
todo esto toma la forma de productos refinados como la gasolina y el diesel.
Las refinerías obtienen un margen
de la diferencia entre los precios del petróleo crudo y los productos derivados
del petróleo, el "crack spread", y deben tener en cuenta las
tendencias futuras de oferta y demanda de productos petroleros a medida que
planean inversiones en nueva capacidad. Los márgenes globales de refinación han
fluctuado alrededor de US$ 5 por barril durante las últimas dos décadas,
creando un grupo de valor de hasta US$ 250 mil millones por año para el sector
petrolero (DOWSTREAM).
Históricamente, la inversión en
el DOWSTREAM ha sido impulsada por el crecimiento de la demanda de combustibles
para carreteras. Durante la última década, dicho crecimiento en Asia y China,
en particular, ha apuntalado la expansión de la capacidad de refinería global.
Mirando hacia el futuro, los
refinadores se enfrentan a un mercado más complejo y desafiante. El crecimiento
de la demanda en diferentes productos está comenzando a divergir, y las
importantes adiciones de capacidad en Asia y Oriente Medio afectarán los
márgenes y los flujos comerciales de combustibles y petroquímicos. Por otro
lado, el crecimiento en el suministro de crudo se está desplazando cada vez más
hacia calidades más livianas y dulces que afectarán la rentabilidad de las
refinerías y el caso de inversión para las plantas diseñadas para procesar
calidades de crudo pesado. En medio de todas estas incertidumbres, la
modernización y la digitalización del sector está pasando de una elección a un
imperativo.
PERSPECTIVAS
Las perspectivas para la
industria están siendo moldeadas por una serie de fuerzas que los refinadores
deben incorporar en su planificación estratégica a futuro (Chatterton, 2019):
- Cambios en las especificaciones del producto y demanda de diferentes productos: la introducción de la calidad del combustible y los estándares de emisión, así como los cambios en la demanda, requerirán que las refinerías inviertan en unidades de mejora y conversión para satisfacer las tendencias cambiantes de la demanda de diferentes productos petroleros.
- Combustibles marinos: la mayor incertidumbre a corto plazo para las refinerías es la implementación de la reducción de la capa de azufre de la OMI en el combustible para barcos, del 3,5% al 0,5%, que entrará en vigor a partir de principios de 2020. Como lo hará el fuel oil de alto contenido de azufre universal ya no será compatible, esto provocará un cambio considerable en la demanda a medida que el mercado de envío migre a combustibles nuevos y compatibles.
- Los combustibles para carreteras representan alrededor de la mitad de toda la demanda de productos petroleros. La electrificación de los vehículos y la mayor utilización de tecnologías alternativas de transmisión para vehículos comerciales (como GNL e hidrógeno) representan un riesgo para las perspectivas de demanda de gasolina y diésel. Se espera que esta tendencia tenga un impacto creciente en la demanda de productos refinados en los próximos 10-20 años, lo que obligará a las refinerías a reducir los rendimientos de combustible.
- Aumentos significativos de la capacidad en Asia y Oriente Medio: los principales proyectos de expansión de capacidad del downstream se está poniendo en marcha en todo el mundo. Se espera que la capacidad mundial de refinación de petróleo aumente en un 15% durante 2020-2025, alcanzando 116 millones de barriles por día (MMBPD) en 2025. La inversión total hasta el 2025 superará los US$ 570 mil millones. Alrededor del 75% de las nuevas adiciones de capacidad se realizarán en Asia Pacífico y Oriente Medio y dos tercios de las adiciones de capacidad son “megaproyectos” (más de 300.000 BPD) financiados por compañías petroleras nacionales (NOC). Estas nuevas refinerías afectarán la competitividad de diferentes regiones y potencialmente conducirán a cambios en los flujos globales de productos y al cierre de la capacidad no competitiva.
- Una mayor integración de la refinación de combustibles con la producción de petroquímicos y polímeros: una mayor integración de la refinación con la petroquímica es un tema clave que da forma a las perspectivas. La integración de petroquímicos proporciona a las refinerías acceso a mercados de productos químicos de rápido crecimiento y una cobertura natural contra el debilitamiento del crecimiento de la demanda de gasolina y diesel. Más del 60% de la inversión esperada en proyectos chinos está en capacidad integrada. La integración de la producción de combustibles y productos químicos tendrá un impacto en la economía de la industria y podría dejar a los jugadores menos integrados incapaces de responder a las tendencias cambiantes del mercado.
- Aumento proyectado en el suministro global de líquidos de gas natural y crudo ligero dulce, o LGN: La Agencia Internacional de Energía pronostica que casi todo el suministro incremental de petróleo hasta 2040 provendrá de “tight oil” y LGN. El “aligeramiento del crudo” hacia calidades más livianas afectará la rentabilidad de las refinerías y dañará las inversiones en esquemas de refinación de procesos complejos que requieren de mayor cantidad de crudos pesados.
- Digitalización y modernización del sector de refinación: las tecnologías digitales ya están reduciendo los costos de refinación y las pérdidas de procesos, pero la modernización del sector se está moviendo de una elección estratégica a un imperativo, si los jugadores apuntan a seguir siendo competitivos en el mercado global.
REFINERIA DEL FUTURO
Las empresas que desarrollan y
comercializan tecnología de procesos están en una posición única para
identificar y evaluar la tendencia global de la industria. Por ejemplo, la UOP
ha asesorado a sus clientes en la aplicación de nuevas tecnologías para mejorar
su rentabilidad en un mercado energético global en constante cambio, que
permitan tomar decisiones finales de inversión. Esto es lo que forma la base
para una visión clara a largo plazo de las tendencias emergentes en la
industria.
Un concepto importante a largo
plazo es que se ha definido como la “Refinería del Futuro.” Este concepto está
basado en la filosofía de que las refinerías deben diseñarse para facilitar una
evolución de las listas de productos y entregar una competitividad sostenible
en términos de costo total de producción en efectivo, la eficiencia del
capital, la capacidad de respuesta a la regulación y la competencia y la
agilidad para administrar unidades para mayor rentabilidad. La refinería del
futuro deberá estar diseñada para la flexibilidad de abordar de manera rentable
los cambios en las condiciones de mercado a corto plazo, y en 10 a 20 años más
adelante.
Hoy en día, como se dijo
anteriormente, las refinerías se enfrentan a una serie de nuevos desafíos de
los cuales la mayor necesidad es continuar haciendo inversiones para producir
combustibles más limpios, reaccionar al cambio del mercado y adaptarse a
lugares ampliamente previstos en la demanda de combustible para el transporte.
Cada uno de estos desafíos afectará la combinación de los productos y las
estrategias de inversión para las refinerías en el futuro, a esto se deberá
agregar la necesidad de abordar la rotación e inexperiencia de los operadores
en un ambiente de complejidad creciente desde la materia prima hasta los
productos.
Para muchos, las reglas más
estrictas que pretenden eliminar es el uso de combustible subterráneo con alto
contenido de azufre que presenta un desafío apremiante. Mientras que al mismo
tiempo, muchos países se están alejando de la quema de gasolina para la
generación de energía y calefacción. Estas tendencias están cerrando
rápidamente el mercado de los combustibles pesados de alto contenido de azufre
y creando una presión creciente para mejoras significativas en las capacidades
de refinación.
Mientras tanto, las economías de
alto crecimiento con el rápido crecimiento de la clase media aumentan su
consumo de combustible para el transporte, y muchos de ellas están invirtiendo
en una nueva infraestructura de refinación local capaz de producir combustibles
limpios. Las refinerías existentes que tradicionalmente han suministrado
productos de combustible a estos mercados de exportación encontraran demanda en
esos mercados que están siendo cubiertas por refinerías locales recientemente
establecidas. Como resultado millones de barriles de capacidad de refinación de
exportación podrían estar en riesgo de quedar varados, es decir, a menos que
los activos que los producen puedan ser adaptados o reutilizados.
Con un pronóstico general de
volúmenes de combustible alrededor del año 2035, la mayoría de las refinerías,
incluso aquellas en mercados donde los combustibles están creciendo, están
buscando caminos para administrar mejor sus capacidades para poder ingresar a
categorías de productos que ofrecen volúmenes crecientes, así como una mayor
rentabilidad. Muchas de estas refinerías planean expandirse a la petroquímica,
donde la demanda global está creciendo un 40 % más rápido que el producto
interno bruto, y varias veces más rápido que los combustibles de transporte.
Para satisfacer esta demanda
creciente, la refinería del futuro debe tener la capacidad de convertir el
petróleo crudo en combustible de alta calidad para la combustión limpia, además
de productos petroquímicos de alto valor. Las tecnologías que permiten ambas
producciones de una lista de combustibles limpios y una vía eficiente de “crudo
a químico” a partir de materias primas con costos ventajosos, son esenciales
para la rentabilidad a largo plazo de las refinerías.
Refinerías como esta, integrados
con la producción petroquímica sustancial, son probablemente las más rentables
en el largo plazo. De hecho las refinerías que producen solo productos
petroquímicos están claramente en el horizonte.
Tan importante como cualquier
otro factor, la refinería del futuro será una instalación conectada
digitalmente. Este será equipado con servicios basados en la nube conectados en
la planta que analizan los datos de rendimiento de la planta con modelos
patentados para proporcionar recomendaciones que mejoren la optimización del
proceso y la confiabilidad operativa, minimicen el consumo de energía y las
emisiones, eliminan los residuos de producto y administren mejor el agua.
Industria 4.0.
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